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lunes, oct. 6º, 2025

Donde hay prisa, no hay conexión

Texto de Fernanda Metzxolotl

@brujatejedora


En la bachata sensual —como en muchas danzas de pareja— hay un hábito que aparece más seguido de lo que quisiéramos: la prisa por llegar al siguiente movimiento.


A veces es nervio, otras es ansiedad, a veces ego, o simplemente esa sensación de tener que hacer “más” para que parezca que estamos bailando “mejor”.

Pero cuando esa prisa se mete en el cuerpo, algo importante se rompe. No solo el ritmo, no solo la técnica. Se rompe algo más sutil: el momentum.


🌊 ¿QUÉ ES EL MOMENTUM?


En el mundo de la danza, especialmente en estilos como zouk o bachata sensual, el momentum no es solo el movimiento:

es la energía que el cuerpo ya trae en movimiento, y que puede sostenerse, expandirse o transformarse sin ser cortada.

Es ese hilo invisible que une un paso con otro, ese impulso que no se interrumpe bruscamente. Cuando hay momentum, la pareja fluye.

Cuando se rompe, el baile se siente forzado, rígido, desconectado.


 LA ANSIEDAD DE MOVERSE


En clase lo veo seguido: ese impulso silencioso de estar, no un paso, sino todo un piso adelante.

La música aún sostiene un movimiento, pero ya el cuerpo está buscando el que sigue.

Y ahí, justo ahí, entra la prisa y se rompe el momentum.


Y cuando eso se rompe, también se rompe algo más grande:

la conexión.


No la conexión idealizada o “romántica” de la que se habla a la ligera allá afuera, sino la conexión real:

con la música, con el cuerpo, con la pareja, con el presente.


🛑 UN MOVIMIENTO SIN CIERRE ES UN CORTE EN LA ENEGÍA


Cada movimiento tiene un inicio, un desarrollo y un final.

Y ese final importa.

No solo por técnica o estética, sino porque el cuerpo necesita cerrar para continuar.

Si cortas un movimiento por la mitad, no solo se ve incompleto: sientes que algo no se entregó, que no llegó a su destino.


Cuando hay prisa, no hay entrega.

Cuando hay prisa, no hay presencia.

Cuando hay prisa, se rompe el flujo.


🧘🏽‍♀️ ENTONCES ¿QUÉ PODEMOS PRACTICAR?

Hacer menos.

Bailar más lento.

Enfocarte en terminar el movimiento, no en lo que viene después.

Sentir el final de cada secuencia como si fuera la última.


Ahí vive la magia: en el espacio entre el cierre y lo que vendrá.


Puedes trabajarlo desde lo técnico, claro. Pero también desde la conciencia corporal. Porque no es solo coordinación: es presencia.


 UN RECORDATORIO PARA QUIEN BAILA:


No estás aquí para apurarte.

No estás aquí para impresionar.

Estás aquí para sentir.


Termina el movimiento.

Deja que el cuerpo hable.

Sostén.

Ahí empieza el verdadero baile.





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Autor

Fernanda

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